Lo advirtió el analista de Cisco, Enrique Rueda-Sabater
"Cualquiera que se preocupe por los dinamizantes del progreso tiene que tener muy en cuenta la tecnología", dice Enrique Rueda-Sabater, director de estrategia para mercados emergentes de Cisco, empresa que patrocinó el informe del World Economic Forum.
Rueda-Sabater hizo el análisis de los resultados en los países emergentes y sabe de qué habla cuando mide el impacto de la tecnología en el progreso de las economías: durante dos décadas se desempeñó en el Banco Mundial, siguiendo de cerca la situación de los países del este de Asia, América latina y Africa, y en la ex Unión Soviética. "Para mí, la tecnología tiene dos propósitos: el desarrollo económico, a través del aumento de la productividad, y, por otro lado, la inclusión social, aunque para esto último falta mucho", admite.
Los datos que agrupa el informe del WEF son de 2006, un poco viejos en términos de novedad, pero valiosos porque permiten ver la tendencia. "Los buenos países están evolucionando y la Argentina se detuvo. No ha empeorado, pero no aprovecha la oportunidad. El verdadero desarrollo se da cuando crecen las dos variables al mismo tiempo, es decir, infraestructura y ecosistema. Las dos dependen de que haya un buen ensamblaje entre el sector público y el privado. En la Argentina hay que prestarle especial atención al ecosistema", dijo Rueda-Sabater.
El indicador muestra a las claras la paradoja actual de la Argentina: cuenta con la infraestructura necesaria, pero no con los beneficios que podrían desprenderse de su uso. "La Argentina es un país muy atípico. Tiene precios de conectividad bajos, muy comparables a los países más avanzados. Pero hay pocas conexiones de banda ancha a Internet", refiere el especialista.
-En las ciudades hay conectividad y competencia. Pero este efecto no se derrama al resto del país, con ingresos per cápita tan diferentes. ¿Cuál es el consejo?
-En Europa no hay diferencias en ingreso per cápita entre los países, pero sí hay diferencia en el grado de penetración de la banda ancha. Y cuando se investiga por qué, se debe a la tecnología. Cuanta más diversidad en las plataformas disponibles (cables, ADSL, satelital, etc.) y en los proveedores del servicio, mayor penetración. El mercado no es rígido. Una vez captado el mercado fácil de acceder, si hay competencia empieza la pelea por los mercados aledaños y ahí se da una penetración de banda ancha superior a lo pensado.
-El costo de las computadoras es una barrera al acceso en la Argentina.
-Lo interesante, creo yo, es lo que va a aparecer en el medio, entre la notebook y el celular mas sencillo. Hay aparatos, como un Nintendo, que con un poco de evolución se pueden convertir en terminales de conexión de banda ancha mucho más accesibles. O los teléfonos IP que tienen pantalla y dan acceso a Internet. La cantidad de dispositivos que pueden navegar en Internet ya está evolucionado.
-¿Que debe hacer la regulación?
-Lo ideal es abrir puertas y permitir cosas. No hay que crear barreras innecesarias, porque no se sabe cuál va a ser el modelo de negocio de acá a tres años de los operadores, la tecnología se metamorfosea. Hay que dejarlos que se adecuen, descubran nichos y creen un ecosistema más rico, donde todo el mundo prospera. A nadie le sirve un entorno donde los márgenes se reducen tanto, porque los privados necesitan tener ganancias para invertir, es un juego de mercado. Se necesita un equilibrio, un juego regulatorio que hay que definir en cada país, para que esto crezca.
-Las principales búsquedas en Internet son para bajar música, pornografía y películas. ¿Dónde está el beneficio de ser un país con más conexiones?
-[Ríe.] Sí, es cierto, esos contenidos ocupan la mayor parte de la banda ancha. Pero hay que recordar los dos objetivos: desarrollo económico e inclusión social. La diferencia de estar vinculado pasivamente a Internet con un acceso de doble vía es fundamental. Y es muy difícil hacerlo sin banda ancha. Por ejemplo, en Buenos Aires, el 90 por ciento de las empresas están conectadas a banda ancha. Esto sirve para crear y encontrar software en la Red, para desarrollar productos y servicios, para tener creatividad e innovación. Compartir y colaborar son las palabras clave. El no tener banda ancha dentro de poco va a ser un factor de exclusión social.
-¿Cómo cuidamos que no pase eso?
-Yo tengo el diagnóstico, no tengo la receta [ríe]. Pero hay un sentido de urgencia. La Argentina está a mitad de camino y debería poder aprovechar la oportunidad. Hay que determinar y eliminar los cuellos de botella: la capacitación, el costo de las computadoras, el costo de acceso. La clave de la economía de la próxima década es la innovación y la creatividad, intangibles en definitiva. Pero si no se entiende eso, perdemos el tren. Esto no es como las metas fiscales, que si no se logran un año se alcanzan el próximo. Esto es ahora, es ya.
Por Josefina Giglio
De la Redacción de LA NACION
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